10 ago 2011

Cuando aprender cuesta más




No tiene freno
Se sienta frente a un libro y lo entiende, retiene las ideas, no confunde las palabras ni le cuestan las situaciones problemáticas con números; sin embargo, el libro lo deja a los cinco minutos para ir a ver la tele, que también abandona para jugar con autitos que vuelve a abandonar. Actitudes como estas son propias de los niños que padecen el Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad (SDAHA), un trastorno neurológico que afecta entre el 3% y el 5% de la población infantil. Se da más en los varones que en las chicas y, aunque no tiene semejanzas de primera instancia con los trastornos de aprendizaje evaluados, es una de las principales causas del fracaso escolar, según datos de la Fundación para la Investigación del Déficit Atencional e Hiperquinesia.
Si bien, al igual que las otras problemáticas, aún no se ha encontrado cura para este síndrome, recientes investigaciones aseguran que la hiperactividad puede ser una gran ventaja y transformarse en una fuente de energía, si se canalizan correctamente la impulsividad, la espontaneidad y la creatividad de los niños que la padecen. También, como en el caso del resto de los problemas que repercuten en el aprendizaje, es importante ayudarlos a descubrir y a potenciar sus capacidades y aspectos más positivos, para que no pierdan la autoestima que suelen tener en jaque por su poco rendimiento escolar y la exclusión de sus propios compañeros. Con compañía, perseverancia y un correcto seguimiento, el niño con SDAHA puede crecer y desarrollarse normalmente.

Tips
El rol de los padres es fundamental en el desarrollo de los niños con problemas de aprendizaje, y si bien el seguimiento médico no puede faltar, lo que acontece día a día es de total relevancia. Van más consejos:
• Es importante mantener reuniones con los maestros o los especialistas que están junto al niño, para interiorizarse sobre sus avances académicos y el trato con sus pares.
• Los chicos con trastornos de aprendizaje suelen ser inteligentes y líderes, así como tienden a sobresalir en lo artístico. Por eso, es importante no concentrarse sólo en sus problemas, sino también en sus puntos fuertes, y estimularlos.
• Buscar las técnicas que sean necesarias para incentivar al chico, como sentarse con él cuando hace la tarea y generar juegos en los que el lenguaje y los números también formen parte. Introducir la lectura en todo momento, aprovechando las publicidades, las señales de tránsito y las etiquetas de los alimentos.
• Hay que hablar con el niño y contarle el problema, siendo sincero y optimista, para que sepa que le costará aprender, pero que podrá lograrlo.
• Unirse con quienes tienen su mismo problema siempre es una buena idea. Otros padres y profesionales entendidos lo ayudarán a despejar dudas y a comprender mejor lo que le sucede a su hijo.
 
 
 
Los trastornos de aprendizaje están instalados en casi todas las aulas y atentan contra el desarrollo académico y emocional de los niños que los padecen. Conozca más sobre estos para poder descubrirlos a tiempo y tratarlos en forma adecuada.
El boletín no devolvió lo esperado, los compañeros avanzaron más que él, le cuesta hacer la tarea y empieza a sentir pocas ganas de ir al colegio. También lee muy pausado, no logra una buena caligrafía ni una redacción clara y no se lleva bien con los números. 


Todas señales de que puede estar dentro del 12,5% de la población infantil mundial que padece un trastorno de aprendizaje. Conviene estar alertas porque, muchas veces, estos avisos no se reconocen a primera vista. 


¿Por qué? Porque las características y su gravedad varían en cada caso. Además, es muy frecuente suponer que las fallas radican en la distracción o la falta de interés por el estudio. 


Pero no. Es importante saber que los niños con estas particularidades no son “vagos”, lentos o desinteresados; por el contrario, suelen tener un nivel de inteligencia superior al promedio y muchas ganas de aprender. 


Sólo sucede que procesan la información de otra manera, ya que los problemas de aprendizaje son desórdenes neurobiológicos que hacen que el cerebro se estructure o funcione de forma diferente.

Por lo general, son las maestras jardineras las primeras en descubrir que “algo no va bien”, por eso, ante los primeros indicios, los padres deben consultar al pediatra. Porque, aunque estos trastornos no tengan una cura definitiva, es fundamental generar incentivos permanentes para que los niños puedan progresar, tener éxito en la escuela, se desarrollen normalmente y logren una sociabilidad acorde a su edad.



1-Trastorno de lectura 
También llamado dislexia, es el más común, y los niños que lo padecen se caracterizan por tener dificultad en el reconocimiento de las palabras, en la velocidad de la lectura y en su comprensión, respecto de lo esperado para la edad cronológica, el cociente intelectual y el nivel de escolaridad. Esa alteración o dificultad interfiere en el rendimiento académico y en ciertas actividades de la vida cotidiana para las que se requiere esta habilidad. 



Es muy habitual que los trastornos de lectura aparezcan combinados con los de escritura, así como con el aritmético, ya que todos estos procesos involucran el manejo de símbolos para transmitir información. Otra particularidad que puede sumarse es el fracaso en la comprensión de textos. 


Esto puede ser sólo una consecuencia de la dislexia o estar causado por otros factores, como la confusión sobre las demandas de la tarea, insuficientes conocimientos previos, poco control de la comprensión o problemas en el ámbito afectivo-motivacional.

Los síntomas 
• Dificultad para aprender el alfabeto y hacer rimar las palabras.
• Sustituciones, omisiones o inversiones de letras y sílabas.
• Lectura lenta y con vacilaciones.
• Dificultad a la hora de relacionar ciertas letras con sus sonidos.
• Deficiente comprensión de lo que lee.
Un niño con dislexia también puede presentar otros síntomas, como problemas para identificar la izquierda y la derecha, para orientarse espacialmente y para practicar un deporte.



Propuestas
• Incentivar al chico a hacer rimas, buscando palabras que terminen o empiecen con el mismo segmento silábico o fonémico.
• Relatar historias con onomatopeyas y jugar a que el niño las represente.
• Contar el número de segmentos orales: palabras, sílabas o fonemas.
• Ayudarlo a descubrir una palabra, sílaba o letra diferente entre una frase y otra.
• Para los niños con problemas en la comprensión del texto, lo mejor es ayudarlos a decodificar el esquema de los cuentos, haciéndolos responder (oralmente, o para ellos mismos mientras leen) quiénes son los personajes, en qué orden acontecen los sucesos, en dónde está situada la historia, etcétera.



2-Trastorno de la expresión escrita
Se lo conoce como disgrafía y se caracteriza por generar una deficiencia en las habilidades de escritura: a los chicos que la sufren les cuesta deletrear, cometen errores de puntuación y gramática, y tienen una redacción pobre.
Según las dificultades de cada niño, puede detectarse un trastorno de menor gravedad: un retraso en la escritura que no llega a disgrafía. Esto se da cuando las dificultades no son neurobiológicas, sino causadas por factores anexos, como el ausentismo escolar, un medio familiar desfavorecido o un bajo nivel intelectual, entre otras posibilidades.
Los trastornos de la escritura pueden aparecer en forma aislada o en combinación con otros problemas de aprendizaje, como trastornos de lectura, de lenguaje expresivo, de coordinación y de las matemáticas.



Los síntomas
• Escritura desordenada, toman el lápiz de manera torpe.
• Problemas para deletrear palabras.
• Dificultades para sostener las letras en el renglón, o para escribir en un espacio determinado.
• Dificultad en las uniones y trazos de las letras, así como en sustituciones u omisiones.



Propuestas
• Sentarse con el niño a escribir (reiteradas veces) las letras que le cuestan, para que mejore la grafía, desarrolle los patrones motores y logre una escritura legible.
• Estimular al chico a que copie textos y componga palabras o frases que contengan las letras con las que tiene dificultad.
• Estar atentos a lo que escribe, para marcarle los errores rápidamente y que pueda retener las correcciones.
• Jugar a deletrear palabras, por escrito, para que adquiera competencia y fluidez en el nivel léxico.

3-Trastorno de las matemáticas 
El nombre más usual para este problema de aprendizaje es discalculia, y su principal característica radica en que el niño tiene las habilidades matemáticas muy por debajo de lo que sería normal para su edad, su inteligencia o su nivel escolar.
Los chicos con este trastorno suelen presentar dificultades en el manejo de los números, el dominio de las cuentas y la solución de problemas.
Como los otros, este trastorno puede manifestarse de manera aislada, o junto con dificultades en la motricidad fina (músculos de la mano) y el lenguaje expresivo y receptivo.



Síntomas
• Imposibilidad temprana de reconocer los números.
• Problemas para contar, sumar y restar.
• Dificultades en la resolución de problemas, ya sean matemáticos o lógicos.



Propuestas
• Dar prioridad a las actividades manipulativas que involucren operaciones y el uso de la memoria.
• Complementar los juegos con materiales concretos propios de esta materia, como regletas y bloques lógicos.
• Plantear, verbalmente, situaciones problemáticas sencillas hasta que el chico se acostumbre a resolverlas; y allí empezar a hacerlas más complejas hasta poder trasladarlas a las matemáticas.


Grandes mentes

Hay algo que debe quedar claro: estos trastornos no son un impedimento para tener éxito en la vida. Muchas de las personas que los padecieron en la infancia lograron brillar y ocupar puestos altos. Por ejemplo: Albert Einstein, Thomas Edison, Leonardo Da Vinci, Walt Disney, Agatha Christie, Ernest Hemingway, Pablo Picasso, Winston Churchill, John F. Kennedy, Isaac Newton, Bill Gates, Marlon Brando y Henry Ford, entre tantos otros, sufrieron algún problema de aprendizaje. “Tú puedes”, debería ser la máxima cotidiana.


Fuente: http://www.revistanueva.com.ar/numeros/00958/nota/4




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