11 jun 2012

El saber ocupa menos lugar

Por: Hernán Maglione 


No existe nada como el papel, esa sensación única de tener entre manos un libro impreso, su textura al hojearlo, ese olor a papel nuevo, un invento tan perfecto que casi no tuvo cambios en más de cinco siglos. Todo eso era precisamente lo que opinaba sobre el papel impreso... hasta ayer. De repente entendí no sólo que casi todo el material impreso algún día (no tan lejano) va a desaparecer, sino que yo mismo había cambiado de vereda. Principalmente por dos grandes razones: Wikipedia y el libro electrónico.
Mi primera aproximación a un mundo sin papel (que, por cierto, mucho agradecerían los bosques) fue Wikipedia, la enciclopedia colaborativa en línea. Atrás quedó mi enciclopedia impresa como material de consulta cotidiano; hace ya meses, años quizás, que acumula polvo en la biblioteca. Tiene información obsoleta, es poco práctica para las búsquedas. Wikipedia se actualiza y depura constantemente con el desinteresado aporte de sus usuarios y es igual de confiable e incluso más, si uno se toma el trabajo de navegar por las fuentes en las que se basan sus artículos (el invento de Jimbo Wales también inventó la palabrita "verificabilidad", todos los artículos de la wiki deben contar con fuentes que respalden cada palabra escrita). Y además no tiene la límite físico (ahora sí, el saber no ocupa lugar, o al menos no ocupa más que algunos miles de megabytes): pueden crearse tantos artículos como es posible imaginar y cada uno podrá ser tan extenso como la Enciclopedia Británica completa. Que, por cierto, después de 244 años dejará de imprimirse.
"Sabíamos que esto iba a ocurrir", lamentó Jorge Cauz, presidente de la Enciclopedia Británica. De aquí en más podrá consultarse on line o, para saber cómo era, el respectivo artículo en Wikipedia, que suma casi cuatro mil ediciones y más de seis megabytes de información.
La tentación
Pero si bien Wikipedia cambió mi forma de buscar información, mis hábitos de lectura permanecían inalterables. ¿A quién se le ocurriría reemplazar el placer de leer una novela impresa por "hojear" un libro electrónico? Hasta que por primera vez me topé con un e-reader. Un hombre echado en una reposera leía en un Kindle, el dispositivo fabricado por Amazon. Liviano (pesa unos 300 gramos), compacto (mide 15 centímetros y tiene el espesor de un lápiz), práctico (su batería puede durar más de un mes), cómodo (almacena hasta 3 mil libros), tiene diccionarios integrados, la posibilidad de consultar (por supuesto) Wikipedia, se pueden añadir notas y subrayar, cada libro vuelve a abrirse en la página donde se cerró y, lo mejor, ofrece una experiencia de lectura muy similar a la del papel impreso ya que la tinta electrónica es opaca, la pantalla no brilla. Realmente parece tinta sobre papel. El hombre en la reposera estaba a pocos metros, a pleno sol, y pude ver con claridad lo que leía.
Pero, en el caso del Kindle, hay que comprarle los libros a Amazon. ¿Cuánto cuesta cada novela? La tienda online tiene más de 1.500 clásicos gratis en castellano y otros tantos e-books a menos de cuatro euros. En total tiene una oferta que supera el millón de libros electrónicos. Y también hay dispositivos de otras marcas que aceptan más formatos, por lo que es más fácil conseguir e-books gratuitos.
Hace algún tiempo eran incomprables, un juguete carísimo, pero ya hay un modelo de Kindle que cuesta 79 dólares. Las trabas a las importaciones dificultan conseguirlo en Argentina, aunque Amazon prometió que en un año estarán operando en el país. Pero no estoy dispuesto a esperar tanto. Y quiero el modelo Touch, para pasar las páginas deslizando el dedo, como con la biblia de Gutenberg.


Fuente: http://www.lacapital.com.ar/ed_senales/2012/6/edicion_177/contenidos/noticia_5001.html

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